A veces, los mejores planes, no tienen porque ser espectaculares, caros y milimetrados. Un camino no planeado, lugares cercanos, montañas desconocidas o simplemente no observadas, pueden convertir un domingo cualquiera en algo difícil de olvidar... Solo hay que observar con detenimiento nuestro alrededor, y darnos cuenta de lo que nos ciega la gran ciudad, de lo que nos acomoda y adormece.
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